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Deja que estreche tu mano, amiga
Sólo por un instante.
¿Por qué te lo pido?
Porque te necesito, porque estoy herido.
Déjame estar cerca, necesito de tu alivio.
No me hables, tu silencio es lo que pido.
Sólo...eso... amiga mía.
Déjame que te cuente, la alegría que he tenido.
Deja que yo escuche, la que a tu puerta ha venido.
Compartamos los instantes de nuestros miedos vencidos.
Y, riamos de los que se asoman atrevidos.
¡Qué sería de mi cielo, sin tu brillo extendido!
¡Qué sería de mi suelo, sin tu espera y tu asilo!
¿Sabes, amiga mía? Cada día te bendigo,
Porque mi vida, es vida por haberte conocido.
Y doy gracias, cada día porque puedo ofrecerte,
de mi destino, todo lo que parte o llega, sin pedirlo.
Y doy gracias porque aceptas
mis defectos, mis delirios, mis alegrías,
mis penas y mis alivios.
Bendita seas, amiga, por haberte conocido.
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